Alvago Go!

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» Alvago »»» Una vaquita de San Antonio

23 de noviembre de 2010

Aviso: Este post no se trata de un review de una vaquita de San Antonio. Si no te interesa conocer mi historia personal con ellas, rajá de acá.

Hace más de una semana que tengo pensado hacer varios posts relativamente interesantes. En las últimas 24 horas me dispuse a que alguno tenía que salir hoy, sin saber por cuál de todos empezar. Anoche, 2 de la mañana, apago un poco la luz para inspirarme, corto la música, cierro Skype, cierro Sobees, y… aparece una vaquita de San Antonio en mi dedo meñique derecho. Así que cancelé todo lo que tenía en mente y me puse a escribir sobre eso.

Desde chiquito me inculcaron que las vaquitas de San Antonio traen suerte. Por qué, no sé, pero hace poco, investigando en Internet, me di cuenta de que están relacionadas con la religión católica. Seguramente tiene algo que ver con eso.

Sin embargo, y esto es tema para un post aparte, hace varios años aprendí o mejor dicho empecé a creer que la suerte no existe. Reemplacé o al menos intenté reemplazar todos los deseos de “¡Suerte!” por la palabra “¡Éxitos!”, y dejé de creer en cábalas y todo ese tipo de pensamientos o acciones sin sentido. Entre ellos, pedirle un “deseo” a la vaquita de San Antonio. Pero, insisto, esto es tema para tratar en otro momento.

Sin embargo (sí, empiezo dos párrafos diciendo lo mismo, porque ahora me voy a volver a contradecir), el tema está en que estos bichitos, en pocas palabras, me pueden. No les “pido” nada, ni los considero algo mágico, misterioso, esotérico, sobrenatural, divino, celestial ni sobrehumano, pero así y todo, seguramente porque lo vengo haciendo desde chico, aparece uno y automáticamente, ya sea por mucho o poco tiempo, dejo todo lo que estoy haciendo y me pongo a prestarle atención.

Hay varias especies de estos inofensivos insectos conocidos bajo el nombre de coccinélidos. Una de ellas, la que a mí más me gusta, se llama “eriopis connexa”. Son los que tienen la mayoría de su cuerpo negro, con algunas manchas blancas, algunas manchas naranjas, y algunas manchas blancas y naranjas. A diferencia de otras especies, ese naranja es tan oscuro que casi parece un rojo. Todas las imágenes que hay en este post son de esa especie.

No sé por qué, pero siempre me pongo a mirar cómo camina, para dónde va, por qué a veces va y vuelve, qué hace cuando llega a la punta, por qué siempre intenta ir hacia arriba, en qué momento abre las alas para tratar de volar, qué hace cuando cae patas para arriba, y hasta qué haría yo si estuviera en su lugar. De más está decir que no tengo problema en tenerlo en la mano o en el brazo el tiempo que el propio animal quiera quedarse, de ninguna manera intento sacármelo, y mucho menos matarlo.

Sí, ya sé, estoy un poco loco como para pensar esas cosas… y mucho más, en ponerme a contarlo acá. Pero nunca lo había dicho y quería que alguien lo sepa. Buenas tardes, mucho gusto.

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